El texto que sigue se publicó originalmente
en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París.
Unesco: oficina internacional de educación), volumen XXVIII, número uno, marzo
1998, págs. 173 -189
UNESCO: Oficina Internacional de Educación,
2000.
Este documento puede ser reproducido sin
cargo siempre que se haga referencia a la fuente.
Alex Attewell ¹
La leyenda.
La fama de heroína romántica de Florence
Nightingale oscurece sus méritos como educadora. No obstante, la leyenda de
esta mujer también tuvo consecuencias educativas. En efecto, gracias a ella se
generalizó la formación de enfermeras, dando así lugar a una nueva profesión
para la mujer. Esta leyenda se ha convertido en un capítulo importante de la
cultura de la asistencia sanitaria en el mundo entero, pero no ha contribuido a
dar a conocer mejor a Florence Nightingale.
Florence Nightingale se hizo célebre curando
a los enfermos y a los heridos durante la guerra de Crimea (1854-1856).
Concluida esta, pudo haber ocupado un puesto de responsabilidad como enfermera
jefe de hospital y supervisora de la formación de enfermeras, pero prefirió
retirarse de la vida pública y utilizar su prestigio para apoyar y promover
proyectos educativos. Es probable que el hecho de que prefiriese intervenir de
modo indirecto, en vez de ocupar un cargo oficial, haya hecho que su influencia
fuera aún mayor. Tras la guerra de Crimea, Nightingale escribió unos doscientos
libros, informes y opúsculos que tuvieron importantes repercusiones en la
sanidad militar, la asistencia social en la India, los hospitales civiles, las
estadísticas médicas y la asistencia a los enfermos. Su mayor aportación
educativa fue la creación de nuevas instituciones para la formación tanto de
médicos militares como el de enfermeras de hospital, pero algunos de sus
proyectos educativos menos conocidos están llenos de enseñanzas.
Nightingale ha sido objeto de estudio como
reformadora, como estadística, como administradora y como investigadora, pero
los estudios sobre su influencia como educadora han sido escasos. La obra que
relata sus experiencias en la formación de enfermeras (Baly, 1986) silencia el
contexto más general de las ideas educativas de Florence Nightingale para
centrarse en los aspectos administrativos, a menudo complicados, de los
comienzos de la "Escuela Nightingale" de enfermeras.
No es de extrañar que los diversos aspectos
de la educación con los que Florence Nightingale estuvo relacionada estuvieran
vinculados por numerosos temas comunes. Hasta los 31 años, ella no tuvo la
oportunidad de aprovechar su propia educación y preparación. Florence se sentía
impulsada a hacer algún uso práctico de sus conocimientos, por lo que sus
primeras cartas, apuntes y opúsculos hacen continuas referencias a los
objetivos de la educación y critican la instrucción que recibían las mujeres de
su época. Si tenemos en cuenta estos primeros escritos, y su posterior labor
como promotora de planes de formación, podemos afirmar que Florence Nightingale
fue una gran educadora, aunque no haya sido reconocida tal.
Primeros años.
Florence, que nació en 1820, era la segunda
hija de Williams y Frances Nightingale, un matrimonio acomodado adepto de la
doctrina unitaria (disidentes de la Iglesia anglicana). Florence creció en una
época de intensos cambios sociales, en un entorno de ideas liberales y
reformistas. Su abuelo materno, William Smith, fue diputado durante 46 años,
gran defensor de los derechos de los disidentes en materia religiosa y
militante por la abolición de la trata de esclavos al participar algunos
miembros de su familia en la vida política, no es de extrañar que Florence se
sintiera profundamente interesada por los grandes problemas de su época.
La educación tanto de Florence como de
Parthenope, su hermana mayor, fue supervisada por su padre, que había estudiado
en la Universidad de Cambridge. Su programa de estudios comprendía el latín, el
griego, la historia, la filosofía, las matemáticas, las lenguas modernas y la
música. William Edward Nightingale fue un hombre de ideas progresistas en lo
referente a la mejora de la sociedad y en la educación de la mujer, por lo que
se ocupó de la educación de sus hijas con una seriedad que por lo general solía
reservarse a la educación de los hijos varones. Si Parthenope se interesaba
sobre todo por el dibujo, Florence siempre tuvo afición al estudio. Durante los
últimos años de su vida prestó una valiosa ayuda a Benjamín Jowett en la
traducción de los Diálogos de Platón, lo que muestra la amplitud de su
erudición.
Una mujer de la posición social de Florence
tenía escasas oportunidades de aplicar en la práctica sus conocimientos. Era
todavía una adolescente cuando empezó a sentir un conflicto entre su propia
voluntad de acción y los placeres de la animada vida familiar social.
Su
"vocación".
A los 17 años, Florence, según recoge en unos
apuntes personales, tuvo una experiencia mística ²: sintió su
"vocación", una experiencia decisiva que fortaleció su convicción de
que no estaba hecho para una vida ordinaria. Entre los 20 y los 30 años, hubo
frecuentes conflictos con sus padres que proyectaban el matrimonio para ella,
pero logró mantener tenazmente su independencia. No era fácil encontrar una
esfera de actividad que permitiera a Florence Nightingale encauzar su talento y
sus actitudes. A los 30 años, recordaba su frustración: "siendo ya adulta,
lo que más anhelaba era seguir una educación universitaria, adquirir
conocimientos; pero ello fue provisional". En 1848 se inauguró el Queen's
College, en el que se ofrecía un nuevo tipo de educación superior para la
mujer, pero Florence no mostró el menor interés; estaba buscando ya un camino
de acción, un modo de aprovechar los conocimientos que ya eran considerables.
Escribía por aquel entonces:
Lo primero que recuerdo, y también lo último, es que quería trabajar como enfermera o, al menos, quería trabajar en la enseñanza, pero la enseñanza de los delincuentes más que la de los jóvenes. Sin embargo, yo no había recibido la educación necesaria para ello (Vicinus y Nergaard, 1989, pg. 30).
En 1845, Florence, decidida por cualquier
medio a aprender la enfermería en la práctica, había pedido permiso a sus padres
para atender a los enfermos en la Clínica Salisbury, cuyo médico era un amigo
de la familia. Pero no obtuvo el permiso, y no porque tuvieran algo en
particular contra el hospital, sino porque sus padres consideraban que no era
un trabajo adecuado para una dama de su posición social. Comentario de Florence
sobre este asunto: "para ellos era como si hubiese decidido ser ayudante
de cocina". Finalmente, llegó a la amarga conclusión de que sólo la viudez
o la pobreza podían dar una ocasión de trabajar a una mujer con educación.
Durante este triste período de su vida, recibió cierto estímulo del doctor
Samuel Gridley Howe, el americano pionero de la enseñanza para ciegos, quien le
aconsejó que perseverarse en su vocación de enfermera a pesar de la consternación
de familiares y amigos.
Cuando vivió en 1848 en Londres, Florence
tuvo la oportunidad de enseñar durante varios meses a los niños pobres (sus
"ladronzuelos") en la Ragged School de Westminster. Esta experiencia
le abrió los ojos ante el fenómeno de la pobreza y la certeza de que podía ser
útil pero, una vez más, no pudo hacer oídos sordos a los reparos de su familia:
"si pudiéramos ser educados -observó Florence- dejando al margen lo que la
gente piense o debe pensar, y teniendo en cuenta sólo lo que en principio es
bueno o malo, ¡qué diferente sería todo!" (O' Maley, 1931, página. 151).
Un hito decisivo.
En 1849, Florence se embarcó en un viaje
cultural por Egipto y Grecia durante el que dedicó algún tiempo a tomar apuntes
detallados sobre la situación social y sobre los vestigios arqueológicos. En el
viaje de regreso, de paso por Alemania, el grupo visitó Kaiserswerth, cerca de
Dusseldorf, lugar en el que el pastor Theodor Fliedner había fundado en 1836 un
hospital que era además orfanato y escuela. El personal de la institución
estaba formado por "diaconisas" formadas por Fliedner y su esposa
Caroline. A los 30 años, "la edad a la que Jesucristo comenzó su
misión", Florence volvió a Kaiserswerth para recibir una formación de enfermera,
pese a la tenaz oposición de su familia.
Florence demostró ser una alumna capacitada,
y al cabo de tres meses de formación el pastor Fliedner le sugirió que publicara
un relato sobre la vida en Kaiserswerth destinado a los lectores ingleses
(Nightingale, 1851). Florence, por su parte, estaba deseosa de dar a conocer
Kaiserswerth como un lugar en el que la mujer podía recibir una educación útil.
El opúsculo, publicado anónimamente comienza con una crítica a la educación que
se impartía entonces a las mujeres:
[...] aunque desde el punto de vista intelectual se ha dado un paso adelante, desde el punto de vista práctico no se ha progresado. La mujer está en desequilibrio. Su educación para la acción no va al mismo ritmo de su enriquecimiento intelectual (ibid., pg. 3).
Este tema ya lo había desarrollado en 1846,
en una carta a su padre, con respecto a la educación en general; y lo que llama
la atención es que Florence no veía entonces ningún sistema sencillo para
corregir la desigualdad entre la teoría y la práctica. Su idea era: "hay
que realizar ensayos, hay que emprender esfuerzos; algunos cuerpos tienen que
caer en la brecha para que otros pasen sobre ellos..." (Vicinus y
Nergaard, 1989, pág. 30). No hay que olvidar este comentario al examinar los
orígenes de la Escuela Nightingale 14 años después.
Florence Nightingale no encontró una
aplicación inmediata a su recién adquirida formación, por lo que a su regreso
de kaiserwerth, en 1851, redactó un borrador de lo que yo denomino su
"religión para artesanos". Eran consideraciones filosóficas que
publicó más tarde en tres volúmenes, en una edición privada, con el título
Suggestions for thought for searchers after religious truth (Nightingale,
1860b).
En un capítulo de carácter semi
autobiográfico titulado "Cassandra", que es texto clave para entender
la historia de la mujer del siglo XIX, lanzó un apasionado llamamiento a un
nuevo tipo de educación: "Las mujeres anhelan una educación que les enseñe
a enseñar, que les enseñe las reglas de la mente humana y cómo
aplicarlas..." (Nightingale, 1860b, página. 391). Como era característico
en ella, tras haber expresado su idealismo, proseguía con su pragmatismo:
"y sabiendo, en la situación actual, lo imperfecta que puede ser tal
educación, anhelan una experiencia, pero una experiencia aplicada y
sistematizada".
En 1851 y 1854, Nightingale completo la
instrucción práctica que había adquirido en Kaiserswerth visitando hospitales
en Gran Bretaña y de Europa, y recogiendo información. Sistematizó todas las
experiencias analizando informes de hospitales y publicaciones oficiales sobre
la sanidad pública.
Cuando en 1853 visitó el Hospital
Lariboisiere en París, quedó favorablemente impresionada por sus salas,
construidas a modo de pabellones. Estas salas estaban especialmente diseñadas
para recibir la luz y el aire fresco, al tiempo que permitían que los
"efluvios malignos" o "miasmas" pudieran disiparse entre
los largos y estrechos bloques. Su estudio sobre la disminución de la
mortalidad en Lariboisiere contribuyó a confirmar la denominada "teoría de
las miasmas", que sostenía que la enfermedad surgía espontáneamente en los
espacios sucios y cerrados. Esta había sido la base para el desarrollo de la
sanidad pública en el Reino Unido a partir de 1830, con medidas tales como la
construcción de alcantarillas y el suministro de agua pura a las ciudades.
Entre los que se ocupaban de sanidad pública, los llamados "reformadores
de la sanidad", había pocos médicos; muchos eran ingenieros civiles y
Edwin Chadwick, principal encargado de la sanidad en aquella época, trabajaba
en una compañía de seguros. En 1858, Louis Pasteur descubrió los
"gérmenes" y probó que la enfermedad no aparecía espontáneamente.
Esto sirvió de base a algunos científicos médicos para atacar los proyectos de
los reformadores sanitarios; pero aunque las premisas de éstos fuesen erróneas,
puede afirmarse que sus conclusiones eran correctas y que sus reformas eran
válidas.
El interés de Florence Nightingale por la
higiene durante la guerra de Crimea, así como la importancia que dio al papel
de la enfermera en la organización del entorno, se deben en gran medida a su
forma de entender las causas de la enfermedad. Se distingue de los partidarios
de la "teoría de las miasmas" de su tiempo por la conexión tan
personal que establece entre sus ideas científicas y religiosas. Para Florence,
Dios había creado la enfermedad de las miasmas para que el hombre pudiera
conocer sus causas a través de la observación y prevenir así su reaparición
mediante la organización del entorno. Creía por consiguiente, en las
enfermeras, al encargarse de la higiene tenían la oportunidad única de
progresar espiritualmente, para descubrir la naturaleza de Dios mediante el
aprendizaje de sus "leyes de la salud" (Nightingale, 1873). Florence
Nightingale consideraba que nunca se le había enseñado nada sobre la naturaleza
de la enfermedad, ni siquiera en kaiserswerth, sino que había aprendido a
través de la experiencia, la observación y la reflexión, de modo que, cuando
fue llamada a organizar la formación de enfermeras, intentó reproducir las
condiciones en las que ella había aprendido la realidad evidente de la
enfermedad.
Florence Nightingale sólo obtuvo su primer
empleo en agosto de 1853; era un puesto que por fin le daba la oportunidad de
aplicar sus conocimientos y su formación. Fue nombrada directora de un
sanatorio para señoras de la alta sociedad, que se encontraba en Upper Harley
Street, n° 1, en el West End de Londres, donde permaneció hasta el estallido de
la guerra de Crimea. Demostró ser una excelente gerente y, aunque en el trabajo
diario tanto ella como sus enfermeras se atenían sin discusión a las
indicaciones de los médicos, todo lo referente al tratamiento y en sus
relaciones con el comité de dirección impugnaba las decisiones y a veces hasta
hacía caso omiso de ellas en interés del paciente.
La guerra de Crimea.
En 1854, Florence Nightingale está buscando
nuevas oportunidades de demostrar sus aptitudes, por ejemplo en tanto que
enfermera jefe de algún hospital de Londres, cuando estalló la guerra de
Crimea.
La organización de los hospitales británicos
durante la guerra no era probablemente más deficiente que la última vez en que
fue puesta a prueba, 40 años antes, durante las guerras napoleónicas. No
obstante, durante la guerra de Crimea la sociedad tenía mayores expectativas y
la población estaba mejor informada del desarrollo de los acontecimientos
gracias a las noticias del frente que enviaban los corresponsales de prensa. La
preocupación por el bienestar de los soldados que se manifestó como una oleada
en la opinión pública permitió al Secretario de Estado para la Guerra, Sidney
Herbert, tomar una medida radical. La designación de Florence Nightingale para
dirigir a un grupo de enfermeras no tenía precedente alguno. Ninguna mujer
había ocupado antes un puesto oficial en el ejército y su nombramiento podría
tener resultados interesantes, ya que se trataba de una enfermera
experimentada, muy inteligente, pero nada dispuesta a aceptar órdenes de una
jerarquía cerril.
Florence entendió inmediatamente cuál era la
situación en Escutari, donde se encontraba el principal hospital británico.
Como no deseaba ganarse la antipatía de los médicos, lo que habría dificultado
las posibles reformas, sus primeras medidas fueron someter a sus enfermeras a
la autoridad de los médicos e instalar una lavandería en el hospital. En tan
sólo un mes ya había conseguido mejoras en el mantenimiento de las salas, había
obtenido ropa de cama y prendas nuevas para los soldados y había mejorado las
comidas del hospital.
Además de supervisar la asistencia a los
pacientes, escribió cartas en nombre de los soldados, organizó un sistema para
enviar dinero a sus familias y proporcionó juegos y cuartos de lectura a los
convalecientes. Se enfrentó tanto con las autoridades militares como con el
servicio de intendencia y no dejó ni un momento de descanso al director de los
servicios médicos militares. El creciente interés del público por sus iniciativas
dio a su opinión una fuerza de la que no disponían los reformadores en las
filas del ejército. Muchas de las recomendaciones de la directora de enfermeras
al Secretario de Estado para la Guerra se convirtieron rápidamente en nuevos
reglamentos militares.
Si su genio administrativo la hizo ganarse el
respeto de la reina Victoria y de muchos de los miembros del gobierno, lo que
suscitó el cariño del pueblo británico fue la atención y cuidado que dedicó
personalmente a los soldados enfermos y heridos. Se dice que cada noche
recorría los 6 km de pasillos del hospital y un soldado agradecido recordaba
cómo besaba la sombra de la "dama del candil" cuando ésta pasaba por
su lado. Florence Nightingale se convirtió en un símbolo de esperanza en una
campaña militar que, por lo demás, fue desastrosa.
En noviembre de 1855, en el momento en que la
popularidad que ganó Florence durante la guerra de Crimea había llegado a su
apogeo, un grupo de seguidores suyos organizaron una reunión pública en Londres
con el fin de reunir fondos para que, a su regreso a Inglaterra, pudiera llevar
a cabo la reforma de los hospitales civiles mediante la creación de una escuela
modelo de enfermeras y auxiliares de hospital. El Fondo Nightingale nació con
muy poca colaboración de aquella cuyo nombre había adoptado; ésta, por aquellas
fechas, se hallaba inmersa en los problemas de la guerra. No le prestó atención
hasta 1860, e incluso entonces tuvo que afrontar otros problemas apremiantes.
Cuando volvió a Inglaterra, Florence se
indignó al comprobar que las autoridades no parecían dispuestas a investigar
demasiado sobre la desastrosa organización que había causado en Crimea 16.000
muertos por enfermedad frente a 4.000 muertos en el campo de batalla. Inmediatamente
montó una campaña para la creación de una comisión investigadora, y el asunto
no concluyó hasta 1860.
Según el biógrafo crítico Lytton Strachey,
"Escutari le había proporcionado conocimientos, pero también le había dado
poder: su inmensa reputación la
sostenía; era una fuerza incalculable" (1918). En realidad, el
"poder" de Nightingale era algo más útil que lo que parecía dar a
entender Strachey, pero aún así era irresistible.
La educación en el
ejército.
Florence Nightingale utilizó su influencia
para abogar en favor de la educación de los soldados británicos y de los
médicos militares. A pesar de que las órdenes que recibió antes de ir a Crimea
limitaban sus competencias, en el momento más crítico de la guerra Florence
había señalado la falta de experiencia práctica de muchos de los jóvenes
cirujanos y había propuesto que recibieran lecciones sobre patología y
cuestiones afines sin esperar a que acabara el conflicto. De hecho, y como
resultado de su sugerencia, se instaló durante algún tiempo un laboratorio de
patología en Escutari. Su interés por la instrucción práctica en medicina iba a
ser luego compartida por la Comisión Real sobre sanidad en el Ejército
Británico, que hizo de esa instrucción una de sus cuatro áreas de estudio.
Florence Nightingale contribuyó de modo
decisivo a la creación de la Comisión Real en 1857. Con Sidney Herbert como
presidente de la misma y con una mayoría de partidarios en la junta, Florence
se dedicó a ordenar sus pruebas sobre la mala administración de los hospitales
y a reunir estadísticas de mortalidad. (La elección en 1860 de Florence como
primera mujer miembro de la Royal Statistical Society se basó esencialmente en
la calidad de sus estadísticas sobre Crimea).
Florence Nightingale elaboró planes para la
educación médica militar en sus "Notas sobre cuestiones relativas a la
sanidad, la eficacia y la administración de los hospitales en el Ejército
Británico", publicadas en 1858 en una edición privada. El objetivo de la
formación estaba claramente basado en las lecciones aprendidas en la reciente
guerra:
[...] sea cual sea el grado de información científica de que disponen los estudiantes al entrar en el ejército, poco o nada puede deducirse de ello en lo tocante a sus conocimientos prácticos. Pero como ingresar en el ejército significa para ellos, automáticamente, enfrentarse con la práctica, y en un corto espacio de tiempo tienen pacientes a su cargo, parece necesaria la existencia de una escuela donde el alumno pueda adquirir un conocimiento práctico entre su ingreso en el ejército y el momento en que se incorpore a su regimiento (Nightingale, 1858, pág. 43).
Propuestas presentadas de modo tan
convincente que fueron puestas en práctica por médicos y cirujanos
experimentados, veterano de la campaña de Crimea. En 1860 se creó la primera
Escuela de Medicina Militar del Reino Unido en Fort Pitt, (Chatham).
Su interés por la educación en el ejército
abarcaba desde la información de los médicos hasta la enseñanza las tropas. Un
artículo de reciente publicación sobre este aspecto poco conocido de la labor
de Florence Nightingale (Calabria, 1994) ha mostrado que tenía ideas más bien
avanzadas para su época, ya que ella pensaba que podía educarse de algún modo
al soldado raso. Si bien, como muchos de sus contemporáneos, era consciente de
los efectos debilitantes que tanto el alcohol como la prostitución tenían en el
ejército, Florence se distinguía de ellos porque creía que la condición del
soldado era achacable al entorno más que a su propia naturaleza.
Nunca he podido compartir -escribía- el prejuicio sobre la indolencia, la sensualidad y la ineptitud del soldado. Al contrario, creo [...] que nunca he conocido a una gente tan receptiva y atenta como el del ejército. Si se les ofrece la oportunidad de enviar dinero a casa de manera rápida y segura [...] lo harán. Si se les ofrece una escuela, asistirán a clase. Si se les ofrece un libro, juego y una linterna mágica, dejarán de beber (Goldie, 1987,pág 21).
El éxito de las salas de lectura de Escutari
alentó a Florence Nightingale después de la guerra a promover, con cierto
éxito, la creación de salas similares en cuarteles más grandes.
La experiencia de Crimea brindó a Florence la
oportunidad de poner a prueba sus ideas; de ahí que, después de la guerra, se
sintiera obligada a publicar sus conclusiones (Nightingale, 1858a, 1858b,
1859). Sabía que había que aprovechar inmediatamente la posibilidad de sacar
lecciones de la guerra: "No podemos repetirlo, como si fuese un
experimento químico. Debe ser presentado como un ejemplo histórico"
(McDonald, 1993). Así como las reformas suscitadas por la guerra de Crimea
requerían una atención inmediata, las reformas en la asistencia a los enfermos
no precisaban de tanta urgencia. Así, Florence Nightingale sólo volvió a consagrarse
a la formación de enfermeras en 1869, cuatro años después la guerra de Crimea,
actividad a la que su nombre siempre ha estado estrechamente unido.
La formación de las
enfermeras.
La idea de formar enfermeras no era
totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la
guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras,
que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en
contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante creado por
Charles Dickens. Durante los decenios de 1830-1840 y 1840-1850, y gracias a las
nuevas libertades religiosas, se habían creado en Gran Bretaña numerosos
centros como St John´s House, una hermandad anglicana creada en 1848, que en
tres meses formaba a mujeres para cuidar a los enfermos pobres en sus propios
hogares. Seis enfermeras de la St. John´s House acompañaron a Florence
Nightingale a Crimea. Y, sin embargo, y a pesar de la amistad que entabló, Mary
Jones, directora de la hermandad, como con la reverenda madre Clare Moore,
superiora del Convento de la Merced de Bermondsey, del que procedían algunas de
las enfermeras de Crimea, Florence insistió en instaurar una formación laica de
las enfermeras. A medida que maduraba su idea, era consciente de la resistencia
que podía suscitar. Durante la guerra de Crimea, el rumor aparecido en la
prensa de que algunas enfermeras habían intentado convertir a soldados en sus
lechos de muerte había estado a punto de dar al traste con su misión. El temor de
este tipo de controversias fue probablemente un factor de peso que hizo que
Florence Nightingale se inclinara por la formación laica de las enfermeras.
En los hospitales, algunos habían empezado ya
a protestar ruidosamente contra las nuevas enfermeras. En 1856, John Flint
South, cirujano en el hospital de St Thomas de Londres, declaró que en su
opinión una enfermera no necesitaba más formación que una criada. A pesar de
todo, Florence y el Fondo Nightingale comenzaron a negociar en 1859 la creación
de un centro de formación de enfermeras en el hospital St Thomas. La oposición
de ciertos sectores de la profesión médica era inevitable.
Como decía más arriba, Florence Nightingale
prefería intervenir de modo indirecto a tomar directamente decisiones, pero en lo
que respecta a la Escuela Nightingale otros motivos pueden haberla llevado a
permanecer en un segundo plano. La enfermedad que la había venido aquejando
desde la guerra de Crimea limitaba su actividad, por lo que parecía lógico que
delegase las funciones de dirección de la escuela, con su enorme volumen de
trabajo, a alguna enérgica jefa de enfermeras. Aunque hubiera gozado de buena
salud probablemente nunca se hubiera dedicado a la enseñanza. De su
correspondencia privada se desprende que no estimaba ser una buena profesora de
mujeres. En diciembre de 1861 escribió a Mary Mohl no sin cierta exageración:
Mis teorías no han suscitado interés entre las mujeres. Las que fueron conmigo a Crimea no aprendieron nada de mí, y ninguna [...] ha sacado las lecciones de la guerra (Vicinus y Negaard, 1989, página 230).
Le parecía también evidente que los mejores
profesores eran los que practicaban realmente su oficio:
La autora de estas líneas, que conoce tal vez mejor que ninguna otra persona en Europa lo que podríamos llamar el trabajo de enfermera de hospital, es decir, la labor práctica de la enfermera, cree sinceramente que es algo imposible de aprender en los libros y que sólo se puede aprender a fondo en las salas de un hospital; también cree que para aprender a administrar cuidados médicos en cirugía, la mejor escuela de Europa es observar a una "monja" de cualquier hospital de Londres (Nightingale, 1860a).
Aunque Florence Nightingale consideraba que
los libros de texto eran inapropiados para enseñar en qué consistía el
"quehacer" de la enfermera, admitía que los libros podían ser útiles
para familiarizarse con el entorno administrativo o sanitario de la labor de la
enfermera. Su insistencia en que, para facilitar el estudio y la reflexión,
cada alumna enfermera debía tener su propia habitación en el Hogar Nightingale
muestra que no sólo le preocupaba el aspecto práctico de la formación.
En sus primeros años, la Escuela Nightingale
tenía las siguientes características:
-la escuela es independiente, pero estaba
vinculada a un hospital;
-las alumnas dependían únicamente de la
enfermera jefe;
-la escuela proporciona un hogar a las
alumnas;
-la instrucción de las alumnas corría a cargo
de miembros del hospital (monjas y médicos);
-la evaluación de las alumnas corría a cargo
de las monjas y de la enfermera jefe;
-las alumnas recibían un salario mínimo
durante su formación;
-el contrato de alumna enfermera estipulaba
esta debía aceptar, tras su formación, un puesto en algún hospital elegido por
el Fondo Nightingale, cuya política consistía en enviar grupos de enfermeras
para difundir el sistema Nightingale de formación en los hospitales.
La nueva labor de Florence Nightingale
entrañaba no pocas dificultades. El sistema dependía de monjas que carecían de
formación; los médicos, como era de prever, no entendían que las enfermeras
necesitaran de formación específica; la enfermera jefe, Sarah Wardroper,
responsable de las enfermeras en el hospital, utilizaba a las alumnas como
personal suplementario. En definitiva, no resultaba fácil encontrar alumnas con
las cualidades requeridas.
Según Mónica Baly, historiadora del Fondo
Nightingale:
El candil de Nightingale no dio luz inmediatamente; la reforma llegó de manera lenta y penosa, de forma que lo que se conoció como el sistema Nightingale no fue el proyecto ideal imaginado por Florence Nightingale, sino un experimento pragmático derivado de un compromiso forzoso (Baly, 1986, página 230).
La afirmación de la doctora Baly es sin duda
acertada: la escuela no progresó de manera tan regular como sugirieron los
primeros historiadores, y la primera década fue especialmente difícil. Ahora
bien, el dispositivo que empezó a emerger durante los años siguientes mejoró
considerablemente, sobre todo gracias a una serie de iniciativas tomadas por la
propia Florence Nightingale en los años posteriores a 1870. En realidad, no hay
muchas razones para creer que la formación de enfermeras fuera para ella algo
más que un experimento. Su amarga experiencia con la Comisión Real sobre la
sanidad en el ejército le había enseñado que las reformas no se conseguían de
golpe. Desde 1872 hasta que sus fuerzas empezaron a flaquear, siguió de cerca
el desarrollo de la escuela y los progresos de muchas alumnas a las que enviaba
anualmente un documento impreso lleno de consejos prácticos y morales.
Otro punto que conviene tener en cuenta a la
hora de valorar el éxito de la Escuela Nightingale es que, a pesar de sus
comienzos difíciles, su crédito llegó a ser enorme, en parte porque Nightingale
seguía siendo una leyenda, pero también gracias al duro trabajo realizado.
Henry Bonham-Carter, primo de Florence Nightingale y secretario del Fondo
Nightingale de 1861 a 1914, contribuyó con su dedicación a que se reconocieran
los resultados de la Escuela Nightingale. En 1887, año en que se jubiló de su puesto
de dirección la Sra. Wardroper, Bonham-Carter tuvo la satisfacción de anunciar
que 42 hospitales contaban con enfermeras jefes formadas en la Escuela
Nightingale, en la que un total de 520 enfermeras habían completado su
instrucción. Los éxitos del escuela facilitaron la incorporación de alumnas
mejor capacitadas, por lo que "enfermeras Nightingale" cada vez mejor
preparadas comenzaron a crear sus propias escuela de enfermeras.
Las primeras emigraciones de "enfermeras
Nightingale" a Austria, Canadá, India, Finlandia, Alemania, Suecia y
Estados Unidos permitieron la creación de una red internacional de escuelas que
aplicaban el sistema Nightingale. A medida que el oficio de enfermeras se
convertía en todo el mundo en una ocupación digna para la mujer, el
"candil" de Florence Nightingale pasó a ser el emblema de la
profesión, simbolizando, por un lado, la esperanza trasmitida a los heridos en
Crimea y, por otro, la cultura y el estudio. Cuando, en 1934, se creó la
Florence Nightingale Internacional Foundation con el objeto de perpetuar
dignamente el legado activo de Florence Nightingale, su emblema fue,
naturalmente, un "candil".
Las teorías de Florence
Nightingale.
Si hubo un momento en que pudo decirse que
del candil de Florence Nightingale venía efectivamente la luz, fue en 1882, año
en que escribió dos artículos para el Quain´s dictionary of medicine titulados
"formación de las enfermeras" y "cómo cuidar al enfermo".
En el primero presentó por primera vez los requisitos que debían cumplir una
escuela ideal de enfermeras, a partir experiencia de la Escuela Nightingale.
Una de las condiciones básicas de la presencia de "monjas residentes".
Su papel consistía en consolidar la instrucción recibida en las salas y en
evaluar el progreso moral de las alumnas. De hecho, era la primera profesora de
enfermeras especializada. Resulta sorprendente que en 1860 Florence Nightingale
hubiera concebido la formación de enfermeras sin esta función y que hubiera
estimado suficiente la intervención de la enfermera jefe, de las monjas y de
los médicos.
Nightingale expuso también una teoría sobre
el aprendizaje en el que hacía hincapié en la adquisición de las destrezas prácticas:
La observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica que hay que hacer; la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observa; cómo pensar qué piensa (Nightingale, 1882).
Florence Nightingale consideraba que, una vez
que la enfermera había "aprendido a aprender", el proceso de
formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas al respecto eran
asombrosamente vanguardistas: "hoy en día, cada cinco o diez años [...] se
necesita una segunda formación" (Seymer, 1954, página 333). No es de
extrañar que durante sus últimos años Florence Nightingale criticara la
profesionalización de las enfermeras en su opinión, la inscripción de un
registro profesional pondría punto final a la formación, llevaría a la
presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria
profesional que habían seguido los médicos. Florence destacaba lo que de específico
tenía la actividad de la enfermera y la responsabilidad personal de ésta en el
bienestar del paciente. A su entender, era más fácil conseguir el bienestar si
la enfermera entendía su trabajo como una llamada interior o una vocación, más
que como una profesión. Tal vez era inevitable, pero finalmente sus
razonamientos fueron desoídos.
Promotora de la
educación.
La educación forma parte de cada una de las
parcelas de la vida de Florence Nightingale. En todas ellas, el nexo común era
su preocupación porque los métodos educativos fuesen prácticos y reflejasen los
objetivos de dicha educación.
Se interesó profundamente por la primaria
local cercana a su casa familiar, en el condado de Derbyshire. Aunque
proporcionó libros en la biblioteca de la escuela, estaba interesada en otros
métodos de enseñanza. Como la geología del condado de Derbyshire era muy rica,
recomendó la utilización en las aulas de muestras minerales como material
didáctico. Éste sistema tenía poco que ver con los aburridísimos métodos de
Mister Gradgrind, la caricatura del maestro victoriano que describió Charles
Dickens.
Su interés por las escuelas se extendió las
colonias británicas. Le interesaban especialmente los efectos de la
escolarización en la salud de los niños. En 1863, con el patrocinio del duque
de Newcastle, dirigió un estudio estadístico en 143 escuelas coloniales de
Austria, Canadá, Sudáfrica y Ceylán (el actual Sri Lanka). Temía que los
métodos educativos europeos no estuvieran adaptados a la educación de las
poblaciones indígenas. En su correspondencia con el Sir George Grey, gobernador
de Nueva Zelandia, explicaba:
Mantener durante gran parte del día a unos cuantos niños en un aula, llenándoles la cabeza de fórmulas e intentando despertar su interés, [sería] desastroso para una raza no acostumbrada a ese tratamiento. Ocasionaría problemas de salud, escrófula y tuberculosis en los niños. De hecho, sería condenarlos a una muerte lenta (Keith, 1995).
Según Jocelyn keith, este consejo fue
ignorado por completo.
En los últimos años del decenio 1860-1870,
Nightingale centró su atención en el tema de la educación en los asilos de
pobres. Su crítica mordaz al régimen terrible a que estaban sometidos los
pobres allí alojados fue unánimemente aplaudida. El fondo de su argumentación
era que no había que castigar a los pobres, sino enseñarles a que se valieran
por sí mismos, y que era por tanto importante impartirles un adiestramiento
práctico que les permitiera adquirir destrezas manuales. Estaba convencida de
que había que sacar a los niños del ambiente de los asilos para que pudieran
educarse en las escuelas industriales de reciente creación.
Su vieja amistad con el doctor Benjamín
Jowett, director del Balliol College de la Universidad de Oxford, hizo que se
interesara por la educación universitaria. En 1870-1880, Florence había apoyado
la idea de crear una medalla al mérito por los trabajos estadísticos de Adolphe
Quetelet, fundador de la estadística moderna. A principios del decenio de los
noventa, Jowett reavivó su deseo de fomentar la estadista y la puso en contacto
con el profesor Francis Galton, el conocido matemático. Juntos concibieron el
proyecto de creación de una nueva cátedra de Estadística en Oxford. En una
carta dirigida a Galton, con fecha del 7 febrero 1891, Florence Nightingale
propuso que en dicha cátedra se estudiara la importancia de la estadística para
disciplinas como la educación, la criminología, los asilos y la India. Sus
propuestas no prosperaron, y los historiadores no han podido encontrar las
causas de tal fracaso. Conviene resaltar que los medios universitarios de la
época por lo general no compartían el interés de Florence Nightingale por la
aplicación de la estadística a los problemas sociales. Karl Pearson, el padre
de la estadística aplicada moderna, reconoció el interés de las ideas de
Florence Nightingale, de modo que su contribución no fue del todo inútil.
Conclusión.
En uno de sus trabajos, Florence Nightingale
citó una frase de una conferencia sobre educación en las universidades de St.
Andrew y de Glasgow que resumía perfectamente su propio punto de vista:
"[...] educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer"
(Nightingale, 1873, página 576). Parece justo juzgar la contribución de
Florence Nightingale a la educación teniendo en cuenta los resultados concretos
de sus reformas. Estas líneas que le fueron escritas por Benjamín Jowett
hubieran podido servir de epitafio:
Usted despertó sentimientos románticos en muchas personas hace 23 años, de regreso de Crimea [...] pero ahora trabaja en silencio y nadie sabe cuántas vidas salvan sus enfermeras en los hospitales, ni cuantos miles de soldados [...] están vivos gracias a su previsión y a su diligencia, ni cuantos indios de esta generación y de las generaciones venideras habrán sido preservados del hambre y de la opresión gracias a la energía de una dama enferma que apenas puede levantarse de la cama. El mundo lo ignora y no piensa en ello. Pero yo lo sé y a menudo pienso en ello (31 diciembre 1879 ).
Notas.
- Alex Attewell (Reino Unido). Tras ocupar el cargo de conservador adjunto de un museo de historia de los hospitales del oeste de Inglaterra, en 1989 comenzó a trabajar en el museo Florence Nightingale de Londres. En 1993 fue elegido miembro de la Asociación de Museos y en 1994 fue nombrado director del museo Florence Nightingale. Pronuncia frecuentemente conferencias, participa en programas de radio y organiza exposiciones temporales en el área de su especialización.Correo electrónico: a.attewel@florence-nightingale.co.uk
- Fue la primera de cuatro experiencias de ese tipo que Florence recogió en su diario.
Referencias
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Nightingale y el legado enfermero]. Beckenham, Reino Unido, Croom Helm.
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Nightingale, F. 1851. The institution of Kaiserwerth on the
Rhine, for the practical training of deaconesses, under the direction of the
Rev. Pastor Fliedner,. embracing the support and care of a hospital, infant and
industrial schools, and a female penitentiary [La institución
de Kaiserswerth del Rin, para la formación práctica de las diaconesas, bajo la
dirección del pastor Fliedner, incluido el apoyo y el cuidado de un hospital,
de escuelas para niños y de aprendizaje, y de un penitenciario de mujeres]. Londres, Colonial Ragged Training School. 32 págs.
——. 1858. Subsidiary notes as to the introduction of female nursing
into military hospitals in peace and in war. Presented by
request to the Secretary of State for War [Notas subsidiarias sobre la
introducción de la enfermería femenina en los hospitales militares, tanto en
tiempo de paz como en tiempo de guerra]. Londres, Harrison & Sons. 133 págs.
——. 1858. Notes on matters affecting the health efficiency and
hospital administration of the British Army founded chiefly on the experience
of the late war. Presented
by request to the Secretary of State for War [Notas sobre las cuestiones
relativas a la eficacia del hospital y de la administración del ejército
británico, basadas principalmente en la experiencia adquirida en la última
guerra. Presentadas a petición del Secretario de Estado para la Guerra]. Londres,
Harrison & Sons, 567 págs.
——. 1860. Notes on nursing: what is
and what is not [Notas sobre los cuidados de enfermería: lo que son y lo que
no son]. Londres, Harrison. 70 págs.
——. 1873. A “Note” of interrogation [Un
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Obras de Florence Nightingale
1851. The institution of Kaiserwerth
on the Rhine, for the practical training of deaconesses, under the direction of
the Rev. Pastor Fliedner, embracing the support and care of a hospital, infant
and industrial schools, and a female penitentiary [La institución de
Kaiserswerth del Rin, para la formación práctica de las diaconesas, bajo la
dirección del pastor Fliedner, incluido el apoyo y el cuidado de un hospital,
de escuelas para niños y de aprendizaje, y de un penitenciario de mujeres]. Londres, Colonial Ragged Training School. 32 págs.
1858a. Notes on matters affecting the health efficiency and
hospital administration of the British Army founded chiefly on the experience
of the late war. Presented
by request to the Secretary of State for War [Notas sobre las cuestiones
relativas a la eficacia del hospital y de la administración del ejército
británico, 12 basadas principalmente en la experiencia adquirida en la última
guerra. Presentadas a petición del Secretario de Estado para la Guerra]. Londres, Harrison & Sons, 567 págs.
1858b. Subsidiary notes as to the introduction of female
nursing into military hospitals in peace and in war. Presented by
request to the Secretary of State for War [Notas subsidiarias sobre la
introducción de la enfermería femenina en los hospitales militares, tanto en
tiempo de paz como en tiempo de guerra. Presentadas a petición del Secretario
de Estado para la Guerra]. Londres,
Harrison & Sons. 133 págs.
1859. Notes on hospitals: being two papers read before the National Association
for the Promotion of Social Science, at Liverpool, in October 1858. With the
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hospitales: compuestas por dos textos leídos ante la Asociación Nacional para
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los cuidados sanitarios en las ciudades y en los pueblos. La hiiene rural]. Londres,
Spottiswoode & Co. 27 págs. 13
La
obra de Bishop y Goldie Bio-bibliography sigue siendo la mejor guía de
los 200 libros, informes, artículos y opúsculos de Florence Nightingale. De las
nuevas ediciones inglesas posteriores a la publicación de la Biobibliography,
sólo citaremos a continuación las dos más importantes.
Bishop, W.J.; Goldie, S. 1962. A Bio-bibliography of Florence
Nightingale [Biobibliografía de Florence Nightingale]. Londres,
Dawson’s of Pall Mall.
Nightingale, F. 1991. Cassandra and other selections from suggestions
for thought [Casandra y otras selecciones de sugerencias para la reflexión]
(Edición preparada por M.A. Poovey). Londres, Pickering & Chatto.
Skretkowicz, V., edición 1992. Florence Nightingale´s notes on
nursing [Notas de Florence Nightingale sobre los cuidados de enfermería]. (Revisado con
apéndices). Londres, Scutari Press.
Obras sobre Florence
Nightingale
Cook, E.T. 1913. The life of Florence Nightingale [La vida de Florence Nightingale]. 2 vols. Londres,
Macmillan.
O’Malley, I.B. 1930. Florence Nightingale, 1820-1856. Londres,
Thornton Butterworth. 416
págs.
Woodham-Smith, C. 1992. Florence
Nightingale. Londres, Constable.
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