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El Papel de la Estadística en la Construcción de la Realidad


Aparecido en

http://www.uned.es/dpto-sociologia-I/Arribas/Enquete/PORTER.HTML

Por: Ted Porter



El asunto que trato hoy puede parecer incomprensible. Lo que puede ser construido, podéis objetar, es por esa precisa razón no objetivo. Lo hemos estado padeciendo en los EEUU (y en cualquier otro lugar) a través de lo que llaman las "guerras de la ciencia". Estos conflictos incluyen una reacción de los científicos y otros hacia lo que interpretan como el relativismo antiguo de los sociólogos, antropólogos, estudiantes de letras e historiadores, al escribir sobre la ciencia. Estas discusiones se han extendido al continente europeo; no sé si han generado algún interés en España. En el caso de que lo haya hecho, quiero aclarar que no quiero considerar las leyes de la naturaleza como arbitrarias o fabricadas. Mis pretensiones epistemológicas son muy modestas. En primer lugar la naturaleza y la sociedad son complejas, además los investigadores tienen que elegir qué es interesante y susceptible de investigación. En segundo lugar, el conocimiento está ligado al poder (experimental, tecnológico y administrativo), luego la ciencia no es pasiva, sino que está ligada a los cambios producidos en el mundo. En tercer lugar, la comunicación del conocimiento no es automática, la persuasión y la retórica también interesan a la ciencia. Finalmente, un significado crucial de objetividad es lo que queda cuando se excluye la subjetividad. Esto último constituye mi principal interés hoy. Pero primero quiero hablar un poco sobre otro tipo de significados, sobre cómo enfocamos la objetividad del mundo.
En la ciencia natural este perfil del mundo aparece principalmente en la intersección entre la experimentación y la tecnología. Ian Hacking pone el ejemplo del láser. Este tipo de luz sincronizada probablemente no existe en la naturaleza, aunque por supuesto las leyes de la naturaleza lo permiten. Fue desarrollado en investigaciones militares. De hecho sus aplicaciones están en todos los sitios, desde discos compactos a la cirugía plástica. Los físicos no son los más interesados en él. Cuerpos acelerados libremente sólo existen en los laboratorios y en el espacio exterior. Las corrientes eléctricas son productos tecnológicos. La química está más y más unida a la tecnología que lo ha estado en siglos. ¿Qué es un laboratorio sino un sitio para hacer cosas que no existen en la naturaleza?, y muchas de esas cosas como las corrientes eléctricas y los láseres, han transformado el mundo en que vivimos. En pocas ocasiones la ciencia trata de la naturaleza inalterada. La ciencia trata de la intervención, no sólo, o no principalmente sobre de la verdad.
Las ciencias humanas también son más poderosas de lo que pretenden. Esto, supongo, es solo cierto si tomamos una definición amplia de la ciencia humana, que no esté limitada a la universidad y la academia. Pero ocurre igual con las ciencias naturales- que para ver su poder debemos mirar sus conexiones con el gobierno y los negocios. La cuantificación es uno de los agentes más potentes con los que los científicos sociales reconstruyen el mundo. Pensemos en cómo las prácticas de los sondeos electorales han cambiado las elecciones y además han transformado la política. Cómo son elaboradas y utilizadas las cifras económicas por parte de los gobiernos. Pensemos en la clasificación de la gente según criterios de raza, etnia, ocupación, riqueza, religión. En los Estados Unidos la categoría de "hispánico" une inmigrantes de México con gente cuyos antecesores vinieron de España, Brasil, Argentina o Bolivia. Esta categoría fue el triunfo de una idea política no bien recibida por toda la gente a la que intenta describir. Pero ahora podemos conocer (de los votos e informes que asumen la validez de esa categoría) cómo votan los hispánicos, qué comen, cómo visten, cuando se casan y cómo mueren.
¿Qué tipo de investigaciones se requieren para crear el término hispánico? Tenía que haber algún modo de identificar a esa gente. Tiene que haber cierta estabilidad en los números. Luego era necesario disponer de procedimientos creíbles de estabilidad. En los Estados Unidos discutimos sobre cuántos negros e hispánicos hay, especialmente porque el censo tiende a olvidarlos desproporcionadamente.
Mi último libro Trust in numbers dedica mucha atención a problemas de cuantificación económica, que creo que son instructivos en varios aspectos. Quiero decir algo sobre el análisis del coste-beneficio. Éste, idealizado, es un modo racional y principalmente mecánico de tomar decisiones sobre inversiones públicas y otras acciones. Con "mecánica" quiero decir que debería ser automático y por tanto dificulte a las personas interesadas alterar el resultado. Esto es, se supone que tiene que ser objetivo en el sentido de excluir deseos subjetivos y prejuicios. Podemos llamar a esto "objetividad mecánica". Podemos verlo como ligado a un esfuerzo por ser impersonal, por anular la individualidad. Mi trabajo reciente trata sobre la carrera del estadístico Karl Pearson, quien expresó su ideal moral muy intensamente en varios escritos. Yo pienso de todos modos que la disciplina de las reglas de decisión y de inferencia es raramente impuesta por las personas en sí mismas. Esto es, que mucha gente, especialmente élites, valoran su propio juicio y tienen poca inclinación a anularlo. Ser objetivo en este sentido es de algún modo estar estandarizado, volverse intercambiable con otros expertos. ¿Quién quiere sacrificar su propia individualidad? El empuje hacia la objetividad mecánica es principalmente una adaptación a las presiones exteriores de sospecha y desconfianza. Creo que los recuentos son el gran prototipo de esa clase de objetividad. El recuento de impuestos es ejemplar. Allí, todo elemento de vaguedad será explotado para minimizar las obligaciones impositivas. Damos por hecho que la gente hará eso y entonces rápidamente se reconoce la necesidad de analizarlo con detalle. El análisis de coste-beneficio es de algún modo más ambicioso, en cuanto que aspira a la verdad y no a las meras convenciones útiles. A los economistas les gustaría disponer de una base de racionalidad genuina. Pero en temas críticos esto no es fácil. He aquí un ejemplo: muchas decisiones públicas, implicarán decisiones que causarán o prevendrán la pérdida de la vida humana. ¿Cuánto vale la vida? Para los economistas modernos, el principio aquí está claro: el valor de una vida está determinado por el riesgo asociado a esa vida. Pero esa es una magnitud muy difícil de medir. Entonces, a pesar de ese principio claro, los analistas del coste-beneficio usaron una medida diferente durante mucho tiempo que se refiere a cuanto puede ganar una persona. La ventaja de esta última medida era que podía ser estimada cuantitativamente dentro de un modesto margen de error, mientras que el método que se prefería en principio producía valores muy variables. Otro ejemplo es el valor del medio ambiente. Hasta hace poco la defensa del medio ambiente significaba generalmente (entre otras cosas) una negación de la posibilidad de equivalencia con el dinero. Pero en la maquinación de la toma de decisiones burocrática, significaba a menudo que no se le daba valor. Los investigadores sociales ahora están trabajando duro definiendo los métodos de los informes para valorar el medio natural o la diversidad biológica. No veo cómo alguien pueda pensar que estos métodos lleguen en profundidad a la verdad del asunto. Todo lo que podemos esperar realmente es que produzcan números razonablemente predictivos, que estén dentro del margen de lo políticamente aceptable. Esto es, si la objetividad se tomara como verdad estos números nunca podrían ser objetivos. Pero quizás pueden llegar a ser en gran parte impersonales, mínimamente subjetivos, lo que es suficiente para algunos pronósticos.
Mi libro presenta de forma extensa algunos capítulos acerca de los procesos que llevaron a los ingenieros hacia la definición de reglas inflexibles para el análisis del coste-beneficio. Diré solo que parece haberse dado en primera instancia una "American story"; también que los métodos tecnocráticos del análisis del coste-beneficio reflejaron la debilidad y vulnerabilidad de los expertos americanos y no principalmente su fuerza. (Los expertos realmente fuertes no necesitan métodos rigurosos o impersonales para darles credibilidad). Finalmente mencionaré que los capítulos más importantes supusieron gran acrimonia política.
Se asumía generalmente que los expertos no eran imparciales, sino que habían tomado parte en una batalla política. Sus métodos económicos soportaban sus propias posiciones y entonces parecía necesario definir un grupo de métodos rigurosamente neutrales que estarían incidiendo en todo el mundo.
Quiero terminar reflexionando sobre los métodos estadísticos en las ciencias humanas desde esta perspectiva. El uso de las estadísticas como una herramienta de inferencia en las ciencias sociales data quizás de principios de siglo, pero el gran empuje se dio en el período de la postguerra. Estos esfuerzos estaban asociados con mucho optimismo respecto a que las ciencias sociales podrían volverse auténticamente rigurosas, genuinamente científicas. Quiero sugerir que la exposición política y a veces mucha inseguridad en sí mismos, estaban debajo de ese optimismo. Los científicos sociales supusieron que la objetividad significaba impersonalidad antigua, significaba un medio rechazo. Pero yo no podía dejar mi argumento aquí en un análisis psicológico profundo de las ciencias sociales. Estos no profundizaron en lo más académicamente correcto, más ramas prestigiosas de las ciencias sociales, sino más en áreas aplicadas. En medicina la estadística estaba ligada a las pruebas terapéuticas. Llegó a la psicología desde los test mentales. En los Estados Unidos, al menos la ciencia estaba unida a la autoridad administrativa. La estadística era parte del proceso de las licencias de drogas y de la clasificación de estudiantes de escuela. Su concepto de objetividad estadística, disiento, fue en parte una acomodación a la presión política para los prejuicios, resultados impersonales. Uno debía haber confiado en principio en su juicio experto, pero ese tipo de confianza ha sido sustituido en los EEUU y más recientemente en otros países también. Este curso es sobre métodos cualitativos que no he mencionado. Los practicantes de la sociología cualitativa se beneficiaron, espero, de pensar en las presiones y aspiraciones que han dado forma a la ciencia social cuantitativa. Ellos quizás no quieren dar lo que piden por una objetividad mecánica completa, que ha sido tan influyente en las ciencias sociales cuantitativas. Pero deberían reconocer que la exacta cuantificación no es simplemente una ambición arrogante, sino también una acomodación a un problema de desconfianza. Los números están ligados a las matemáticas y las matemáticas han sido mucho tiempo un paradigma de razonamiento riguroso e impersonal. Las matemáticas son criticadas como inhumanas y admiradas como imparciales. Los métodos cualitativos aspiran a una sensatez y flexibilidad mayores pero se espera también que den evidencia de su imparcialidad.

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